La corona - Nancy Bilyeau

El 25 de mayo de 1537, se anunció una muerte en la hoguera en Smithfield, Londres. Las tabernas cercanas encargaron barricas de cerveza adicionales para los habitantes que vendrían a verla. Cuando se supo que la persona condenada a morir en la hoguera era una mujer noble, el pedido de cerveza creció exponencialmente. Yo estaba en uno de esos carros el viernes de la semana de Pentecostés, en el vigésimo octavo año del reinado de Enrique VIII, para ofrecer plegarias por el alma de la traidora condenada a morir: lady Margaret Bulmer.

Cuando la joven novicia Joanna Stafford se enteró de que su querida prima Margaret iba a ser ejecutada públicamente en la hoguera, rompió su voto de clausura y escapó del monasterio del priorato de Dartford. Sin embargo, fue detenida junto con su padre, sir Richard Stafford, también presente en la ejecución, y acusados ambos de intentar sabotearla, fueron encerrados en la Torre de Londres. El padre de Joanna sufrió atroces torturas mientras la novicia fue tratada con amabilidad y respeto, pero su trato privilegiado se debió al interés que sus dotes intelectuales suscitaron en el arzobispo de Winchester. La novicia tendría que realizar un encargo importante: buscar una misteriosa reliquia portadora de enormes poderes, la corona del primitivo rey de la cristiandad Athelstan, hecha con las espinas de la corona de Cristo. La responsabilidad del cierre de los monasterios de Inglaterra y la vida de su padre están ahora en las manos de Joanna;